EL PROCESO de restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos que comenzó a cerrarse ayer en La Habana después de medio siglo de enfrentamientos, deja a un importante sector de la oposición pacífica como enemigos acosados y peligrosos en la misma cuneta represiva que les impone la dictadura. Ahora con el añadido de ser la única fuerza antiimperialista del escenario cubano. Se trata de un grupo de opositores donde aparecen, entre otros, el líder disidente Antonio Rodiles, la representante de las Damas de Blanco, Berta Soler, el Premio Sajarov Guillermo Fariñas, una decena de ex presos políticos y otras figuras de la sociedad civil y del periodismo independiente. Ellos rechazan el acuerdo entre Barack Obama y Raúl Castro porque se suscribió en secreto, de espaldas a la sociedad cubana, y su guión original indica que beneficiará sólo al castrismo que, con las aperturas comerciales de los estadounidenses, podrá fortalecerse y aumentar su labor de persecución a los demócratas.