Opiniones

Dinero para candados nuevos

La visita de Obama reafirma el cambio de la política norteamericana frente al castrismo.
Lo más relevante del panorama es la tenacidad de los dos grupos de poder.
La propaganda utilizará el viaje para tratar de mejorar su imagen estropeada.

MADRID – La visita que inicia hoy el presidente estadounidense Barack Obama a Cuba reafirma que en el escenario de América Latina se hace visible, se pueden tocar y sentir, la estructura y los primeros resultados de un cambio tangible: el de la política norteamericana frente al castrismo. Y es posible apreciar también, en el mismo plató, una dictadura enquistada en la ruina, con una mano armada y la otra tendida.

Desde esa perspectiva, lo más relevante del panorama es la tenacidad de los dos grupos de poder. La administración del país vecino con la intención, el empeño y el peso de las vanidades de creer que, con sus nuevos métodos, Obama se hará la foto del final, o una de las finales, del régimen. Los comunistas, por su parte, se mantienen encerrados en su mundo represivo, sus palizas a los opositores, sus cárceles de tres cercas, a la espera de que el capitalismo de estado le permita reciclar sus tanques.

La vida, desde luego, no es esa foto fija en blanco y negro que hacen las cámaras oficiales. Para grandes sectores de la población, para miles de hombres y mujeres de toda la Isla, la presencia del visitante norteamericano lleva un mensaje de esperanza relacionado exclusivamente con el pan.

La libertad es otra cosa. Lo saben muy bien los cubanos. Es un sentimiento que, desde hace casi 60 años, sólo se puede experimentar en el extranjero. O en la soledad de un patio privado, con la complicidad del amor y de la almohada y en la inmensidad de una celda tapiada.

De todas formas, hay un claro brote de perseverancia en esos sectores de la sociedad que tratan de asumir y acomodarse a la filosofía del timbiriche que impone el gobierno y perciben el viaje del dirigente norteamericano como un signo de nuevas fisuras en el monopolio de la torpeza y la ineficacia estatal.

Para mí, la posición más constante, inteligente y valerosa ante la visita del presidente Obama a La Habana, es la de los grupos de la oposición pacífica, los periodistas independientes y los artistas y escritores rebeldes que todos los días tienen que enfrentarse a la policía política, las campañas de los sirvientes y de otras malas hierbas que crecen en Cuba.

Los opositores saben que la propaganda utilizará el viaje para tratar de mejorar su imagen estropeada y caquéctica y que las medidas económicas y comerciales de Estados Unidos favorecerán a los compañeros de la Sierra Maestra, pero la mayoría le ha dado la bienvenida y ha mostrado su disposición a encontrarse y dialogar con el visitante.

Ahí está la muestra de sabiduría, coraje y tolerancia de quienes padecen, día a día, la violencia brutal y la descalificación de los represores que son, por cierto, los amables y exquisitos anfitriones oficiales de Barack Obama.